Octopussy en barco

Cine sobre el mar

El viaje a Inglaterra era en Barco, en Ferry desde Santander a Plymouth, y yo, que habitualmente me mareaba mucho en coche, de hecho vomité varias veces en el autobús desde Oviedo a Santander, tenía miedo de marearme en el barco aún más. Cuando vi el pedazo de buque, impresionado, pensé que era imposible marearse. Tenía restaurante, casino, e incluso una sala de cine en donde iban a poner una película de James Bond: “Octopussy“, ya enseguida me aboné para verla de tan seguro estaba de que no me iba a marear. Pero nada más zarpar el barco no tardé ni 5 minutos, fatal. Me marée muchísimo y no sabía si quedarme congelado en cubierta para que el aire gélido me golpeara la cara y me cortara el vómito, o quedarme inmóvil enquistado en una esquina del camastro que me correspondía. Una mezcla de ambas fue lo que escogí, e iba alternando exterior con interior según tuviera las fuerzas en esta travesía de 24 horas. A pesar de todo intenté ir al cine, pero en la entrada me di perfecta cuenta de que “Octopussy” no sería posible, qué rabia. Y eso que estaba el atractivo adicional de un doblaje en mexicano y que Roger Moore hablaba como un mariachi y le habían puesto de título en español “Octopussy contra las chicas mortales”. Con la ilusión que me hacía ver una película en un barco y no pude por enfermedad. Todos los compañeros hacían bromas respecto a los “ocho pussies” que anunciaba el cartel, mientras yo me debatía en la agonía al compàs de las olas.

Recreacion de la imagen mental de un octopussy en un preadolescente

Sólo para sus ojos

Bond, James Bond

Resultó un espejismo, lo de Gerardo no acababa de cuajar ni como amigo ni como cinéfilo. Era muy casero, muy familiar y poco imaginativo. Empecé a buscar alternativas y conseguí que me adoptaran en la familia de Manolo, un vecino de mi edad, que también eran tres hermanos en casa, y a los que llevaban mucho al cine, pero porque a su madre le encantaba y tenían dinero. La primera que fuimos a ver, que mi madre me dejó ir con ellos, fue la de “Sólo para sus ojos“, mi primera película Bond, el quinto Bond de Roger Moore, en el cine Ayala. No iba yo muy convencido, había otra película que echaban y que quería ir a ver mejor, pero ya no me acuerdo cual era. Por el camino su madre tarareaba la canción, que había escuchado por la radio en los 40 principales, y al llegar al cine casi nos la sabíamos todos – “for yur ais only, tarararararaaaa” – No sabía yo que Blondie había competido y perdido por el tema de la película, si lo hubiera sabido seguro que me hubiera puesto del lado de Blondie. Sin embargo la canción elegida, cantada por Sheena Easton fue un éxito, la nominaron al Globo de oro y al Oscar, y la artista, que aparece en carne y hueso cantando en los créditos de la película como en un video-clip,  ganó un Grammy. Blondie lo hubiera ganado todo.

Aquí la canción de Blondie                                                                              Aquí la de Sheena

En esa película James Bond pasa por España y conduce un dos caballos amarillo; fue la escena más divertida, es un coche muy versátil, y en la semana siguiente convencimos al padre de otro vecino, que tenía un dos caballos, que nos diera un paseo, queríamos ver si botaba como el del film, pero no fue ni la mitad de emocionante, tengo que decir. Además no era amarillo.

Pero es que claro, en la película el coche se mete en muchos líos y en realidad usaron 4 coches modificados para rodar la escena, y obviamente el coche de este señor del vecindario no contaba con tales amaños.

Para mi sorpresa descubrí a Topol entre el reparto, el mismo que cantaba en “El violinista en el tejado“, mira tú qué bien, ya me iba quedando con caras y nombres, y teniendo mis favoritos.

¿Os gustó la película chicos? – Preguntaba la madre de Manolo emocionada a la salida – Francamente, James Bond no tiene nada que hacer frente a Indiana Jones – Respondía convencido. Yo ya era de otra generación.