“La pequeña tienda de los horrores”, “Gran Golpe en la Pequeña China” y “El vuelo del Navegante” completaban la lista de nuestras películas fantásticas favoritas del año.
La tienda de los horrores era una película musical basada en una obra de Broadway que a su vez estaba inspirada en una película de 1960 de Roger Corman; Les quedó una peli curiosa, irónica y divertida, aunque algunos dentistas de quejaron.
John Carpenter, admiradísimo, dirigía a Kurt Russell en el “Golpe en la pequeña China“. El pobre actor se pasó toda la película sudando porque tenía una gripe fuerte durante el rodaje, y transmitía tanto bochorno que al salir del cine todos sudábamos a chorros.
“El vuelo del navegante” era una producción Disney dirigida por el director de Grease. Cuenta la historia de un niño de 12 años llamado David, abducido por una nave espacial extraterrestre que le traslada 8 años en el futuro.
Pero el premio Polín a la mejor escena del año, sin embargo, se lo dimos a “El nombre de la Rosa“, por la escena sexual en la que el joven novicio Adso de Melk se ventila a la muchacha que pasaba por allí, y que hay que reconocer que estaba fenomenalmente hecha y lo bien que se lo pasa, que se ve que se puso muy cachondo. El monje que investiga los crímenes en una abadía medieval franciscana es Guillermo de Baskerville, el actor Sean Connery, que estaba de moda. Recién lo veíamos en Los Inmortales, y volvía otra vez a la Gran Pantalla con una historia literaria de misterios. La película estaba muy bien, nos gustó mucho a todos, quizás porque era ya para mayores y nosotros empezábamos a sentirnos adultos, y todos quisimos leer el libro, pero este caso es uno de los ejemplos en los que la película está mejor que el libro, porque el best seller de Umberto Eco está muy bien montado y ambientado, pero resulta un poco plúmbeo, y el filme engancha de principio a fin.